El empleo de actos de habla indirectos, lo mismo que otros
procedimientos similares, como la ironía, la metáfora, las frases hechas,
etc., obedece a una estrategia más o
menos general, en una situación dada, que así lo aconseja. El hecho de que una
gran parte de los actos indirectos se den en enunciados o secuencias de enunciados
de intención conativa o imperativa nos brinda una pista sobre el carácter de
dicha estrategia: el sujeto hablante no quiere mostrarse contundente en sus
mandatos, órdenes, peticiones o ruegos, tal como podrían ser percibidos si
empleara los medios lingüísticos apropiados a su intención: “Cárgueme 500
huevos en el coche”. Ese brío impositivo queda ciertamente amortiguado, suavizado,
dulcificado, por el revestimiento informativo de su enunciación: “El maletero
de mi coche no es muy grande. Pero caben quinientos huevos sin dificultad”. En
la interacción diaria e incluso en la más formal e institucional abundan los
actos de habla indirectos, con el objetivo principal señalado, cuando no es
posible o no interesa la declaración desnuda, patente.
No es posible o no interesa por alguna razón relacionada con
la posibilidad de invadir el terreno del interlocutor y/o atentar contra la
relación existente entre él y el hablante;
o bien, por el deseo de asegurar la consecución de algún beneficio
extracomunicativo. En el caso que estoy analizando, la meta de Mister Pihri está
clara: recibir una dádiva a modo de retribución. No es una aspiración nueva, incluso
ha sido satisfecha ya al parecer en otras ocasiones por Madame. Pero sí es
nueva la persona a quien se dirige, Hans Olofson, que puede no saber nada del
asunto o incluso encresparse si el peticionario es demasiado explícito, cosa
que pondría en peligro un buen talante y una buena relación, y complicaría las
cosas. Lo cual nos lleva de la mano a definir la estrategia consistente
en el uso de los actos indirectos como una estrategia de cortesía, tal como se entiende dentro de la pragmática (a partir de P. Brown y S. Levinson, Politeness.
Some universals in language usage, 1987): conjunto de actuaciones comunicativas
encaminadas a salvaguardar la (auto)imagen de los interlocutores (cortesía positiva) y a no invadir
el margen de libertad de acción de ambos
(cortesía negativa). En el fragmento
de la novela seleccionado, Mister Pihri se comporta con un respeto y una
prudencia exquisitos mediante su discurso indirecto, yendo quizás más allá de
lo que su posición respecto al capataz y la situación en general requieren. Es
decir, con un superávit de cortesía ,
que incluso puede parecer un tanto cómico a algún lector, pues hace aparecer al
simple policía medio chantajista como un personaje demasiado envarado,
demasiado estirado, demasiado considerado y atento, con su habla indirecta. De
todos modos, el comportamiento global de Mister Pihri es algo que al avispado
Olofson no pasa desapercibido y, lo mismo que ve en él un “prototipo de
corrupción”, valora la charla, curiosamente, con el vocablo “cortés”, dándole un
sentido que se podría casi denominar “técnico”, según he explicado sucintamente:
“una conversación cortés y discreta”.
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